A diferencia del cuento, éste es no sólo más corto, sino también más compacto. En su esencia trata de transmitir en pocas palabras una historia tan grande como cualquier novela que se precie.
Esta pequeña historia es un puente, un disparador de la imaginación que transporta a los mundos que el lector desata en su cabeza.
Laura Polastri realizó, junto con un grupo de profesionales, una antología del microrelato argentino llamada "El límite de la palabra".
En este libro, compuesto por autores de todo el país, Laura Polastri define en su prologo al microrrelato como un "mínimo manjar envenenado, cuya degustación retorna y nos vuelve rumiantes de la palabra"; considera que el microrrelato "rebota en las paredes de nuestro cerebro en busca de un significado que nunca termina de cerrarse"
En su recorrido el libro pasa por los autores que ya no están, los consagrados, lo actual y las nuevas incorporaciones.
Esta pequeña historia es un puente, un disparador de la imaginación que transporta a los mundos que el lector desata en su cabeza.
Laura Polastri realizó, junto con un grupo de profesionales, una antología del microrelato argentino llamada "El límite de la palabra".
En este libro, compuesto por autores de todo el país, Laura Polastri define en su prologo al microrrelato como un "mínimo manjar envenenado, cuya degustación retorna y nos vuelve rumiantes de la palabra"; considera que el microrrelato "rebota en las paredes de nuestro cerebro en busca de un significado que nunca termina de cerrarse"
En su recorrido el libro pasa por los autores que ya no están, los consagrados, lo actual y las nuevas incorporaciones.
Laura comento que el mejor ejemplo de microrrelato es el de un autor que recortó un aviso clasificado que decía: "vendo cuna de bebé sin estrenar".
"El limite de la palabra" es de ediciones Menos cuarto.
"El limite de la palabra" es de ediciones Menos cuarto.
Dejarse llevar por las historias cortas del microrelato es la mejor recomendación.
TABÚ
El ángel de la guarda le susurró a Fabián, por
detrás del hombro:-¡Cuidado, Fabián! Está dispuesto que mueras en
cuanto pronuncies la palabra zangolotino-¿Zangolotino?- pregunta Fabián azorado.Y muereEnrique Anderson Imbert.
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